viernes, 21 de junio de 2013

El loco...

Busco en el Tarot la respuesta.Y de repente la carta preguntando por Capriles la encuentro en las manos del Papa que renuncio. ¿Quien es el? ¿quien es Henrique, que ha entrado de esa manera en mi vida? ¿Y me ha golpeado el rostro? ¿porque me preocupo por el? Y gracias a Dios ¿mi marido ha dejado de hacerlo y se interesa por Ángeles, la que ocupa los titulares argentinos?
Y recuerdo su prision y me vienen esos versos...
ROMANCE DEL PRISIONERO
Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.
anónimo
Es un joven que lleva una rosa en la mano, dice mi Tarot, hace tiempo atras me salia que era un joven y brillante abogado(en otra tirada)
Henrique: Nombre Masculino de origen Germánico.
Casa fuerte, rica, poderosa. Variante de Henry     
La segunda version de esos versos dice asi:
       Por el mes era de mayo         
        cuando hace la calor,          
        cuando canta la calandria              
        y responde el ruiseñor,                
        cuando los enamorados          
        van a servir al amor,           
        sino yo, triste cuitado,               
        que vivo en esta prisión,              
        que ni sé cuándo es de día,            
        ni cuándo las noches son,              
        sino por una avecilla          
        que me cantaba al albor.               
        Matómela un ballestero         
        ¡Dele Dios mal galardón!               
        Cabellos de mi cabeza          
        lléganme al corvejón,          
        los cabellos de mi barba               
        por manteles tengo yo;         
        las uñas de las mis manos              (tus manos hablan Henrique)           
        por cuchillo tajador.
         Si lo hacía el buen rey,               
        hácelo como señor,             
        si lo hace el carcelero,                
        hácelo como traidor.           
        Mas quien ahora me diese               
        un pájaro hablador,            
        siquiera fuese calandria,              
        o tordico, o ruiseñor,         
        criado fuese entre damas               
        y avezado a la razón,          
        que me lleve una embajada              
        a mi esposa Leonor:            
        que me envíe una empanada,             
        no de trucha, ni salmón,                
        sino de una lima sorda         
        y de un pico tajador:          
        la lima para los hierros               
        y el pico para el torreón.             
        Oídolo había el rey,           
        mandóle quitar la prisión. 
     El "narrador" en primera persona es un prisionero presumiblemente encerrado en una mazmorra tan lóbrega y escondida que hasta ella no llega la luz del sol: el hombre dice que vive en aquella prisión "sin saber cuándo es de día/ ni cuando las noches son". Aunque eso sí, cuenta con un mecanismo de relojería natural al que define como "una avecilla/ que me cantaba al albor". Donde ya comienza el misterio, ya que ¿por qué induce el prisionero, desde la insondable oscuridad de su ergástula, que es al alba cuando canta el avecilla, y no al crepúsculo? Pero continuemos. Resulta que al avecilla se la mató un ballestero, a quien el prisionero le desea que Dios le dé mal galardón. Y aquí es donde el misterio se vuelve aún más insondable que la oscuridad en que vive, porque ¿cómo y en función de qué poderes sobrenaturales está tan seguro el prisionero de que la avecilla fue asaeteada por un ballestero, si él, desde el fondo de su celda, no tiene acceso visual al mundo exterior? ¿Por qué no puede ser que el avecilla se haya ido en busca de otros campos, de otros horizontes, de otro nido?
     Confieso que me hubiese gustado conversar de este tema con don Ramón Menéndez Pidal, dizque la más alta autoridad que vieron los siglos en materia de romances castellanos. En último término lo que nos queda como cierto es que el autor, seguramente un hombre libre, no sólo ha traspuesto al alma de un prisionero su congoja ante la villana muerte de un pobre pajarito; también, y al mismo tiempo, ha hecho partícipe al desdichado de esa libertad de que él disfruta. Sin ella, los pájaros no existen como visión. Aunque sí los ballesteros como sus verdugos. ~
— Ricardo Bad

¿que es el Alba?
Lia: ( la vaca cansada...que eso significa mi segundo nombre)
El Templo de las Borracheras...

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