Eran tiempos bonitos en los que mis papas salían los sábados con todas nosotras a las Chacras...
allí en una confitería que tenia un patio de ladrillos con algunas mesitas de madera y una acequia donde cantaban los grillos y los sapitos... y adentro en la habitacion con mostrador agarrado de la pared como si estuviera a punto de volar: un cóndor embalsamado nos maravillaba con sus alas desplegadas.
Entonces despues de haberlo señalado asomradas volviamos a nuestras sillas y nos servían en varios platitos quesitos en cuadraditos, jamón crudo arrolladitos, pancitos y una Crush (porque a mi mama no le gustaba que tomáramos coca cola porque era droga según ella (provocaba acostumbramiento)...
Y mientras disfrutábamos de nuestro paseo... mi papa ponía en una vitrola un disco de pasta de jazz y sacaba en la pista vacía a mi mama a bailar...
Después volvíamos a casa despacito... con el cri cri de los grillos y el perfume a los yuyos y las lucecitas de las luciérnagas en la noche catamarqueña... entrando por las ventanillas de aquel pequeño pero bonito auto.
Y seguramente de aquel paseo de los sábados y de aquel bonito amor: del que pude ser testigo; nacieron los dos "changos" (que ayude a cambiar, a veces, los pañales a mi papa...)
-Vos ponele la mano mientras yo busco el talco, y el pupero- me pedía papa... que acababa de informarme que aquello tan distinto a lo mio era "la Perinola"...ah! y a veces la perinola tiraba pipí para arriba y había que atajarla con la manito...
Foto de las cuatro hermanitas (yo con mi corte estilo paje que odiaba) y la Cherry con su jumper heredado...
-Ya vas a ver! le decía yo, a mi mama, amenazante (porque no me los quería prestar a los changos para alzarlos y llevarlos por ahí) : cuando sea grande, yo no te voy a prestar mis gorditos...(y ella se reía recordándomelo años después...)
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